domingo, 12 de enero de 2014

La llegada

A mi primera noche en Chile llego más muerta que viva, después de un largo viaje (38 horas desde que salí de casa hasta llegar al hostal) y casi 48 horas sin probar la posición horizontal, habiendo tomado el coche, dos trenes, dos aviones y un transfer.
Aún así me doy una ducha y salgo a la calle, no sin antes preguntar si hay alguna zona por la que es mejor no caminar. Me dejo llevar, fijandome bien por dónde voy, pero sin mirar el plano. Y llego a un parque muy lindo ( Lastarria) y subo al castillo en lo alto. Y, a pesar de la boria, que decimos por allá, se aprecia una enorme montaña, andina, imponente. Se ve gran parte de la ciudad y desde allí empiezo a estudiar el plano. Bajo y el barrio es muy pintoresco, con restaurantes, terrazas, puestos de libros. Llego a otro parque y me comporto como los lugareños, sentándome o tumbándome en la hierba. Leo la guía y voy pensando en las opciones para mañana,  puesto que es domingo y ni siquiera abre la oficina de turismo. Vuelvo y me recorro todas las calles peatonales cerca de la Plaza de Armas. Tecleo mientras saboreo una rica empanada.
Hoy, sobrevolando el inmenso Pacífico, las nubes han dado una pequeña tregua y he podido ver el océano. Un océano que parecía un cielo lleno de estrellas. Miles de puntos blancos lo salpicaban y pensaba en si no sería alguna de las grandes migraciones que acostumbro a ver en los documentales. También puede que me dejara llevar por mis ganas de naturaleza.
En unos momentos cerraré los ojos, pensando en que la aventura ha empezado y asimilando las emociones de los últimos días colmadas de ilusiones y despedidas.

En Barajas

Castillo Hidalgo, Cerro Santa Lucía

Cerro Santa Lucía, vistas de Santiago

Cerro Santa Lucía, vistas de Santiago

Cerro Santa Lucía, vistas de Santiago


2 comentarios:

  1. Pero ¿por dónde llegaste a Chile que sobrevolaste el pacífico?

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