sábado, 15 de marzo de 2014

Cochamó y sus montañas de granito

Cochamó es una pequeña villa a orillas del estuario del Reloncaví, no muy conocida, pero uno de esos paraísos de Chile que tanto me gustan. Llegué de Hornopirén, después de la salida en kayak, sin ducharme, sin dormir, en un día de mucha lluvia y mucho frío, tomando tres autobuses y con tiempos de espera. Me alojé en un hostal nuevo, algo alejado del pueblo, muy lindo y acogedor, ideal para el descanso, regentado por Manuel y Silvie, que me trataron excelentemente, me sentí como en casa (Las Bandurrias).
Muy cerca de Cochamó hay un precioso valle cuyas montañas son fantásticas formaciones de granito, muy bellas, donde los escaladores encuentran su lugar.
En mitad del valle está La Junta, el campo base desde el cual parten los senderos. Como es habitual en la Patagonia, el nivel de dificultad de las rutas depende del terreno, pero gran porcentaje también de la meteorología. El día de aproximación a La Junta no cesó de llover, llovía ya tres días seguidos. El barro era el camino. Llegué mojada y embarrada, pero de mis días allí, la predicción decía que iba a tener uno bueno: lo aprovecharía para la ruta que todos decían era la más hermosa, la ascensión al Cerro Arcoiris.
El día intermedio llovió un poco pero luego mejoró y disfrutamos del día. Fui al Cerro Trinidad y a ver un par de cascadas. De vuelta, apareció primero un carpintero macho (vi claramente cómo picaba el árbol y comía gusanos), y luego una pareja, macho y hembra. Toda una gran sorpresa.
Y al fin salió un día de cielo azul. Subí con dos chicas encantadoras que también viajaban solas, Caren (alemana, con la que compartí tres días y veré en Puerto Varas) y Juliet (estadounidense, trabaja en parques nacionales).
El trayecto presenta todos los niveles, con partes muy fáciles,  que sólo requieren el esfuerzo de subida, otros intermedios, y un par de ellos realmente con dificultad, con la roca bastante vertical, mojada, con cuerdas fijas también totalmente empapadas, que resbalaban. Si hubiera ido sola, probablemente habría desistido. Pero subí, eso sí, el paso de más dificultad, con un estilo lamentable.
El bosque era rico en variedad, destacando los alerces, los árboles más grandes de Sudamérica, algunos milenarios, monumentales, de corteza ligera, suave al tacto. Me sentí aún más pequeña y muy impresionada. Con la altitud, aparecieron las lengas, más propias del sur.
Al asomar a la roca desnuda, allá donde la gran vegetación no vive y se siente la alta montaña, se divisaban los valles cuyos límites eran las fenomenales montañas de granito. El esfuerzo merecía la pena. Y aún quedaba lo mejor, y ninguna de nosotras lo sabía.
La última parte caminábamos y trepábamos por las rocas de granito, algunos tramos con mucho patio, con vistas que iban 'in crecendo'. Pero el final fue de mucha emoción. Tuve una de las mejores panorámicas, no sólo de las que he visto en Chile, sino de las que mis retinas hayan contemplado nunca. Las montañas de granito, los valles, el mar, montañas nevadas (destacando el Cerro Tronador, frontera con Argentina), el volcán Osorno (con la forma que todos imaginamos al pensar en un volcán) y una laguna, cuyo desagüe es una alta cascada que cae a un profundo valle.
Las tres, sin dejar de contemplar y admirar semejante espectáculo. Juliet dijo que le gustaría ser un ave y poder volar. Yo deseé ver un cóndor, pues siempre me han aparecido en los lugares más bellos. Hablamos de los cóndores. Alcé la vista y apareció uno.
Mi último trekking por Chile. La mejor guinda, la despedida a la impresionante, maravillosa y prístina naturaleza chilena.















Pájaro carpintero






















2 comentarios:

  1. Lolo, nos alegra que te haya gustado Cochamó y La Junta. Y gracias por tu estadía en nuestro hostal, tu alegría y tus historias sobre la Patagonia. Buen viaje de vuelta a España. Un abrazo. Silvie, Manuel y Noah

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  2. ¡¡ como nos gusta todo cuanto cuentas !!,fotos fantasticas,disfrutamos tan solo con verlas......

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