domingo, 2 de marzo de 2014

Queulat

Tuc, tuc, tuc, tuc, tuc, tuc.
Queulat es un Parque Nacional a mitad de la carretera austral. Su vegetación recuerda a la selva tropical, se respira su humedad, es un lugar muy lluvioso. La estrella del lugar es un fabuloso ventisquero colgante, desde el cual cae la cascada más alta de Chile. La vegetación tiene tal espesura, que tan sólo hay unos pocos senderos que terminan en miradores al ventisquero.
Tuc, tuc, tuc, tuc, tuc, tuc.
Caminando, con una gran sonrisa, totalmente llena, contenta, vi colibríes, con su gracioso vuelo, moviendo las alas siguiendo un ocho. De lejos, cerca, rápidos, libando, son de lo más simpático.
Tuc, tuc, tuc, tuc, tuc, tuc.
Anduve también por el sendero del bosque encantado, uno de los más bonitos que he caminado. Me creía en un cuento. Los troncos no eran marrones, sino verdes, totalmente cubiertos de musgos y líquenes. Fabuloso.
Tuc, tuc, tuc, tuc, tuc, tuc.
El camino iba subiendo por un valle y, al final descubría un ventisquero colgante, en un circo glaciar, con cascadas y una laguna de un azul de esos tan bonitos que no parecen de este mundo.
Tuc, tuc, tuc, tuc, tuc, tuc.
No paraba de escucharlo, desde que llegué a Queulat, sobre todo por la tarde, la noche, y al amanecer. Estaban muy cerca y no quería irme sin verlos.
Tuc, tuc, tuc, tuc, tuc, tuc.
Seguí el sonido y de pronto apareció. Un pájaro carpintero macho. Hasta se me aceleró el corazón. ¿Uno? No, eran dos. Los vi bien. Qué bonitos, qué alegría, qué magnífico colofón para un día bellísimo.
Tuc, tuc, tuc, tuc, tuc, tuc.






















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